El agua es un elemento vital para la supervivencia del hombre, tan vital que si nos falta (deshidratación) nuestro cuerpo sufre las consecuencias: disminuye la agudeza mental y el rendimiento físico, se produce alteración de la regulación de la temperatura corporal, alteración de la función renal y otros efectos sobre la salud.

Pero no toda el agua es igual. Además de la gran diferencia existente entre el agua dulce (ríos, lagos, fuentes subterráneas) y el agua salada (mar) hoy existen subcategorías de las cuales es posible, incluso, hacer degustaciones. Consultamos al urólogo Dr. Pablo Bertelsen respecto a dos de ellas: el agua mineral y el agua purificada.

Agua mineral

El médico explica que el agua mineral proviene de fuentes naturales (manantiales, fuentes subterráneas) y contiene minerales disueltos en forma natural que varían en su cantidad dependiendo del origen. Habitualmente contienen calcio, magnesio, potasio, sodio, bicarbonato y otros.

Su pH puede variar de ligeramente ácido a ligeramente alcalino, dependiendo de los minerales presentes en su composición.

Reciben escaso tratamiento para preservar su composición natural, realizándose casi exclusivamente filtración para eliminar impurezas.

Las aguas minerales tienen un sabor característico y variado que depende de la concentración de los minerales que predominan en cada fuente de origen.

Agua purificada

De acuerdo con el especialista, el agua filtrada o purificada proviene habitualmente de agua de la llave o pozo, que luego es sometida a procesos de purificación y filtrado.

Este proceso implica ultrafiltración, desinfección con cloro, ozono o luz ultravioleta y un proceso llamado osmosis inversa que extrae los minerales del agua.

El agua filtrada o purificada es libre de contaminantes y microorganismos, y es útil para consumo y preparación de alimentos ya que su sabor neutro (porque no tiene minerales) no altera el sabor de la comida.

Habitualmente es más económica que el agua mineral.