Beber suficiente agua no solo previene la deshidratación, especialmente en adultos mayores que suelen tener menor sensación de sed, sino que también apoya funciones claves del cuerpo.
El agua favorece el control del peso, ya que ayuda a regular el apetito y saciedad. También mejora la digestión, facilita el vaciado gástrico y previene el estreñimiento, contribuyendo así a una mejor salud intestinal.
Lo cierto es que hidratarse de buena forma es una manera simple y efectiva de cuidar la salud todos los días.
Hidratarse bien
Sin embargo, no da lo mismo con qué tipo de líquido nos hidratamos. Natalia Contreras, académica Nutrición y Dietética de la Universidad Andres Bello, señala que el agua es sin duda la mejor opción por variadas razones:
- El agua es la única bebida que hidrata sin aportar calorías, azúcares, aditivos ni estimulantes.
- Las bebidas azucaradas, como los néctares o las bebidas gaseosas, pueden contribuir al sobrepeso y enfermedades metabólicas.
- El té y el café aportan líquidos, pero también contienen cafeína, que en exceso puede tener un leve efecto diurético.
- Las bebidas isotónicas solo se recomiendan en actividades físicas intensas o en casos de pérdidas de electrolitos.
La OMS respalda que el agua es segura, accesible y 100% necesaria para el organismo.
¿Existe una cantidad recomendada?
Según la experta, las referencias recomiendan una ingesta diaria mínima de 2 litros en mujeres y 2.5 litros en hombres, incluyendo agua y otros líquidos, además del agua presente en los alimentos.
Estas cifras pueden variar según edad, actividad física, temperatura ambiental, condiciones fisiológicas como embarazo, lactancia, entre otros factores.